viernes, 9 de enero de 2015

El debate se viste de prada.

Hoy abro la sección de noticias con un debate que desde la noche del 31 ha dado mucho de que hablar: el famoso vestido de la periodista Cristina Pedroche. Y es que la poca tela de ese vestido ha dado mucho para cortar. 

Hay opiniones de todo tipo, desde los que crucifican a Cristina, a la cadena y a todo lo que la rodea, hasta los que defienden el famoso 'ella con su cuerpo hace lo que quiere'. 
No puedo decir quién tiene más o menos razón, pues creo que aunque algunas críticas no han sido formuladas con el respeto suficiente, todas tienen su motivo.
Dado que este es mi blog y también tengo mi opinión -ya lo dice el dicho: las opiniones son como los culos, todo el mundo tiene una. Malsonante pero con más razón que un santo- me dispongo a darla con todo el respeto.

Por un lado, defiendo a muerte el derecho de una mujer/hombre a llevar puesto lo que quiera. Mi cuerpo es mio, y como mio que es puedo decidir que mostrar y que no. Ese hecho no da el derecho a nadie al uso de insultos, sean del tipo que sea.

Ahora bien, hay que tener cuidado con la imagen que queremos dar de nosotros mismos. No me malinterpretéis, no quiero decir que debemos esforzarnos en gustar a los que nos ven, sino todo lo contrario. Hoy en día se espera de nosotros la imagen que más vende: las mujeres tontas y guapas, cuerpo perfecto y que cuiden su imagen más que su intelecto. Y los hombres tampoco se libran de las expectativas: más te vale tener unos buenos abdominales pero además no estar huecos por dentro. Si la cartera tampoco esta vacía, ya eres un partidazo. Y no te olvides de no ser un capu** pero tampoco un santo aburrido.

En conclusión, se nos ha impuesto una imagen de nosotros mismos bastante absurda y cuando no las cumplimos aparecen los problemas: inseguridades, soledad y en casos cada vez más comunes aparecen los trastornos de distinto tipo. Por ello defiendo ser uno mismo por encima de todo. Pero critico que una mujer valga más cuanto más enseñe. Creo que deberíamos empezar a admirar más a escritoras, científicas, abogadas o amas de casa, da igual. Mujeres que valen por dentro, independientemente de su fachada.

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